Develando el miedo.

Hay temores que podemos detectar con bastante facilidad,
tanto en otros como en nosotros:
miedo a la muerte, a la enfermedad, a pasar hambre, a la soledad, al desprecio.
En todas hay un factor común:
no queremos sufrir.
Cuando vivimos situaciones que nos ponen de cara al miedo,
¿qué actitud asumimos?
Las afrontamos y las padecemos…?
Las negamos o las ignoramos…?
Nos enojamos o nos entristecemos…?
Nos hundimos en la depresión…?
Nos paralizamos y no sabemos qué hacer…?
Negociamos con la situación y la disfrazamos…?
Lo curioso es que estos mismos frutos del miedo
se mimetizan en situaciones
que no relacionamos directamente con esta emoción.
Por ejemplo:
Ante situaciones nuevas que debemos encarar:
¿no se oculta el miedo en la clásica frase:
“ya estoy viejo para estas cosas”?
o… cuando por fin disfrutás de un poco de comodidad…
“¿empezar todo otra vez?”
¿No será el miedo el coautor de nuestra apatía,
de nuestra mediocridad o de nuestra cortedad?
El primer paso es reconocerlo,
ser honestos con nosotros mismos
y ver el temor en lo profundo de cada uno de nuestros actos.
tanto en otros como en nosotros:
miedo a la muerte, a la enfermedad, a pasar hambre, a la soledad, al desprecio.
En todas hay un factor común:
no queremos sufrir.
Cuando vivimos situaciones que nos ponen de cara al miedo,
¿qué actitud asumimos?
Las afrontamos y las padecemos…?
Las negamos o las ignoramos…?
Nos enojamos o nos entristecemos…?
Nos hundimos en la depresión…?
Nos paralizamos y no sabemos qué hacer…?
Negociamos con la situación y la disfrazamos…?
Lo curioso es que estos mismos frutos del miedo
se mimetizan en situaciones
que no relacionamos directamente con esta emoción.
Por ejemplo:
Ante situaciones nuevas que debemos encarar:
¿no se oculta el miedo en la clásica frase:
“ya estoy viejo para estas cosas”?
o… cuando por fin disfrutás de un poco de comodidad…
“¿empezar todo otra vez?”
¿No será el miedo el coautor de nuestra apatía,
de nuestra mediocridad o de nuestra cortedad?
El primer paso es reconocerlo,
ser honestos con nosotros mismos
y ver el temor en lo profundo de cada uno de nuestros actos.

“Reconocer el miedo no es causa de depresión ni de desánimo.
Porque poseemos el miedo tenemos también, potencialmente,
derecho a la vivencia de la intrepidez.
La verdadera intrepidez no consiste en reducir el miedo,
sino en trascenderlo.” (*)
“Para poder experimentar la intrepidez (in=no, trepidez=alarmado),
es necesario vivenciar el miedo.
La esencia de la cobardía consiste en no reconocer la realidad del miedo.” (*)
Al develar nuestros temores,
podremos ser capaces de comprendernos a nosotros mismos
y en la comprensión de sí,
se origina el comprender al otro.
Alejandra Rotf.
(*) Chögyam Trungpa:
Porque poseemos el miedo tenemos también, potencialmente,
derecho a la vivencia de la intrepidez.
La verdadera intrepidez no consiste en reducir el miedo,
sino en trascenderlo.” (*)
“Para poder experimentar la intrepidez (in=no, trepidez=alarmado),
es necesario vivenciar el miedo.
La esencia de la cobardía consiste en no reconocer la realidad del miedo.” (*)
Al develar nuestros temores,
podremos ser capaces de comprendernos a nosotros mismos
y en la comprensión de sí,
se origina el comprender al otro.
Alejandra Rotf.
(*) Chögyam Trungpa:
“Shambala. La Senda Sagrada del Guerrero”,
Editorial Kairós y Troquel.
Editorial Kairós y Troquel.
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