La cooperación

“… la cooperación entre el educador y el estudiante
es responsabilidad de ambos.
La palabra cooperación implica trabajar juntos,
pero no podemos trabajar juntos
si no estamos mirando en la misma dirección,
con los mismos ojos y la misma mente.
La palabra “misma”, tal como la usamos,
bajo ninguna circunstancia significa uniformidad,
conformidad o aceptación, no implica obedecer, imitar.
En la mutua cooperación, trabajando juntos,
el estudiante y el maestro deben tener
una relación basada esencialmente en el afecto.
……
Para estudiar, aprender y actuar,
la cooperación entre el maestro y el estudiante es indispensable.
Ambos están involucrados en ello.

El educador puede conocer muchas materias y hechos.
Si al comunicarlos al estudiante, no existe la cualidad del afecto,
ello se vuelve una contienda entre ambos.
Pero nosotros no estamos interesados solamente en el conocimiento mundano,
sino que también nos interesa el estudio de uno mismo,
en el cual existen el aprender y la acción.
Ambos, el estudiante y el educador, están comprometidos en esto,
y aquí cesa la autoridad.

En el aprender acerca de uno mismo,
el educador no sólo se interesa en sí; también se interesa en el estudiante.
En esta interacción con sus reacciones,
uno comienza a ver su propia naturaleza
-los pensamientos, los deseos, los apegos, las identificaciones, etc.-
Cada cual está actuando como un espejo para el otro
y observa en el espejo exactamente lo que es,
porque la comprensión psicológica de uno mismo
es mucho más importante que reunir hechos
y almacenarlos como conocimiento para obtener destreza en la acción.

Lo interno siempre se sobrepone a lo externo.
“…aunque el educador pueda tener que enseñar asignaturas,
su interés principal debe ser
la radical revolución de la psiquis, en el yo y en el tú.
Y aquí es donde surge la importancia de la cooperación
entre los dos que están estudiando, aprendiendo y actuando.

Es una libre investigación en nosotros mismos,
sin la barrera de uno que sabe y el otro que no sabe.
Esta es la más destructiva de las barreras,
especialmente en cuestiones de conocimiento propio.
En esta cuestión no existen el que conduce y el conducido.
Cuando esto se capta plenamente -y con afecto-
Entonces la comunicación entre el estudiante y el maestro
se vuelve fácil y clara; no se halla meramente en un nivel verbal.
El afecto no oprime, jamás es tortuoso. Es directo y sencillo.
……
Cuando usted estudia y aprende de sí mismo,
adviene una fuerza extraordinaria basada en la claridad…”

Jiddu Krishnamurti: “Cartas a las escuelas I”, 15/02/1980, editorial Kier.

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